Fandango de Huelva

Esta forma de fandango, con su riquísima gama de modalidades bien definidas, constituye todo un mundo aparte dentro del cante flamenco. Al emparentar el fandango de Huelva su compás con el de las cantiñas, tuvo que acelerar su ritmo y hacerse más agudo y festivo que sus hermanos de origen.

Por encima de las muchas modalidades del fandango de Huelva, como son las de Paimogo, de Alosno, cumbres Mayores, Valverde, Villanueva y muchísimas más, existe, como suele suceder en los estilos muy varios, una forma genérica que tiene un poco de todos y que cultivan la mayor parte de los cantaores.

Corre actualmente este cante el riesgo de caer en el olvido en la mayor parte de sus modalidades. Ello se debe en gran parte a que entre los públicos multitudinarios está haciendo gran fortuna una forma sofisticada que se canta generalmente a dos o tres voces y a ritmo de sevillanas. Pero también a que los profesionales (incluso los más responsables) se limitan a cantar las cuatro o cinco modalidades más conocidas y populares. He aquí un tesoro de nuestra cultura a punto de extinguirse, pero que aún podría ser salvada del naufragio si hubiera cantaores que se impusieran dicha tarea.

En las voces de Pérez de Guzmán y de Paco Isidro, de las que existen algunas grabaciones, toma este cante su verdadera dimensión, y son también dignas de tenerse en cuenta las efectuadas por el Cojo de Huelva y Manuel Vallejo, pese al casi virtuosismo de este último.

Las letras del fandango de Huelva, generalmente de contenido sentencioso, suelen ser, por su primaria ingenuidad y sencillez, de una gran calidad poética.

Que el surco salga derecho,

mira que la tierra es llana;

y el cante de mi besana

que salga alegre del pecho

como el sol de la mañana.

Valverde de mi Valverde,

Valverde de mi consuelo,

quien estuviera en Valverde

aunque durmiera en el suelo

debajo de un pino verde.

Fuente

• Andrés Salom (Didáctica del cante jondo. Ediciones 23-27. Murcia, 1976)